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MONSEÑOR RICHARD: LA FUERZA DE NUESTRA FE, ES LA ORACIÓN Y LA SOLIDARIDAD VIENE COMO FRUTO DE NUESTRA FE.

Arquidiócesis
19 Abril,2020
03:06:21 PM

Muy queridos hermanos y hermanas desde el corazón de nuestra Iglesia Arquidiocesana del Cusco, nuestra Iglesia Catedral, les hago llegar mi cariñoso y fraterno saludo en este segundo domingo del Tiempo Pascual.

 

Hoy es el día en que el Papa San Juan Pablo II destinó para celebrar la Fiesta de la Divina Misericordia, esta imagen tan hermosa de Jesús con los brazos abiertos con actitud de bendecirnos y mostrarnos su corazón traspasado emitiendo su gracia y su amor.

 

 Hoy es un día muy especial, el Evangelio que acabamos de leer tiene muchos elementos para poder reflexionar, sobre todo en estos tiempos que estamos viviendo, y trataremos de sacar lo más importante para esta oportunidad en la que estamos muy preocupados por la situación de esta pandemia.

 

En primer lugar hermanos y hermanas, hemos empezado el Tiempo de la Pascua y hay que aprovecharlo porque este tiempo busca fortalecer nuestra fe, esa fe que todos tenemos y que es la riqueza más grande de nuestro corazón, hoy en día se puede ver de alguna manera como enfrentar y hacer frente problemas de toda índole, no vaya a ser que esos problemas nos lleve a la incredulidad, del apóstol Tomás, que hemos escuchado en el Evangelio, donde le pedía a Dios que le de pruebas de su presencia, el Señor le dice: “no seas incrédulo sino creyente”, y eso es lo que tenemos que hacer, fortalecer nuestra fe, para eso es este Tiempo de Pascua.

 

Hemos querido a través de los medios de comunicación, que todos a partir de este año comprendamos y entendamos el mensaje de Dios, para poner nuestra mirada en nuestro hogar, en nuestra familia, la fe, tiene que vivirse en el seno de la familia, esta Pascua tiene que ser una Pascua celebrada en la familia y la familia tiene que descubrir la presencia de Jesús resucitado, elemento fundamental de nuestra vida cristiana.

 

Jesús comparte con nosotros nuestra vida familiar, Él no es ajeno y por eso en el Tiempo de la Pascua se recuerda y se medita las apariciones del Señor resucitado, y notemos los lugares donde se aparecía Jesús, Él no buscaba el templo de Jerusalén, no buscaba las sinagogas que eran el lugar de encuentro de los judíos, no se presentaba en el palacio ni de Herodes, ni en el de Poncio Pilatos, ¿dónde se aparecía Jesús? en la casa, por eso empieza el Evangelio de hoy con los apóstoles reunidos en una casa y nos preguntamos ¿qué es una casa?, una casa es un hogar donde vive una familia, donde se reúnen los miembros de la familia y ahí es donde se aparece Jesús, y en esas casas familiares, donde se reunían los cristianos, donde se reunían los apóstoles, Jesús aparecía y lo más bonito es que celebraba la Eucaristía en las casas de las familias que habían aceptado de la fe en Jesucristo.

 

Entonces hermano, tu casa es un lugar donde Jesucristo ahora en este Tiempo de Pascua quiere decirte que no están solos, y esa aparición de Jesús tiene que darse en el centro de tu casa, no hay necesidad de verlo con los ojos, con estos ojos materiales de nuestro cuerpo, tenemos que reconocer a Jesús con los ojos de la fe; por eso nos dice: “dichosos aquellos que creen en Mí, sin haberme visto”, creer que Él está en medio de sus familias y ¿que les trae Jesús cuando se aparece este domingo?, que lindo lo que dice el Señor, “la paz esté con ustedes” y los discípulos se llenan de alegría y Jesús sopla el espíritu a sus apóstoles preparándolos a la misión de anunciar a Jesús, a un Jesús misericordioso, que perdona, que comprende, que ayuda, que acompaña.

 

La paz, la alegría y la misión son los regalos de Jesús en este segundo domingo de Pascua y viene a decirte a ti y a la familia cristiana católica, que quiere darte la paz, para que no vivas este tiempo difícil, no inquieto, preocupado, porque no estas solo, NO, Jesús te dice: “Yo estoy contigo, Yo te acompaño, Yo conozco tus alegrías, tus penas, tus preocupaciones, Yo estoy a tu lado” y esa es la paz que nos trae Jesús.

 

Jesús quiere despertar en nosotros esa alegría, pero decirle ¿cómo vamos a estar alegres con este contexto que vivimos?, hermanos, la alegría de Jesús no es la alegría de la fiesta, no es la alegría de la risa, no es la alegría superficial, no es una máscara de payaso, la alegría de Jesús, es la confianza de que Él está con nosotros y saber que tenemos un amigo, la alegría que sentimos en el corazón, es que Él está a nuestro lado y es que nos escucha, es que Él nos abraza y nos sostiene, esa es la alegría que quiere darte Jesús en este tiempo, la alegría de su amistad, de su comprensión, de su misericordia.

 

En tercer lugar hermanos Jesús aparece en un contexto de dolor, de sufrimiento, dice al principio del evangelio que los discípulos estaban encerrados porque tenían miedo a los judíos, estaban pasando por un momento difícil, era momento de prueba y tenían miedo en el corazón, porque si los encontraban los podían llevar presos y condenar a muerte, y ellos, tenían temor a la muerte, a ser perseguidos, y en ese momento se aparece Jesús, para poder fortalecerlos.

 

Que interesante la devoción al Señor de la Misericordia, ¿cuándo aparece la devoción a la Divina Misericordia? cuando está por declararse la segunda guerra mundial, de una religiosa polaca, donde le encarga anunciar a todos la confianza que deben de tener en la misericordia de Dios, que no abandona a sus hijos y es ahí cuando santa Faustina comienza a diseñar la imagen. Hermanos, cuando vino la segunda guerra mundial, la fe en Jesucristo señor de la misericordia, en su amor misericordioso, fortaleció la fe de nuestros hermanos de Polonia, que tanto sufrieron, nosotros no sabemos lo que es una guerra, la última guerra que hemos vivido, fue la guerra de la época del terrorismo, pero una guerra con bombas, con destrucción, con violación de los derechos humanos y muerte, no la hemos vivido, pero los polacos si vivieron esa realidad y ¿quién fortaleció su fe?, su fe no fue destruida, destruyeron los templos, las casas, pero la fe se fortaleció con la imagen del Señor de la Divina Misericordia.

 

En este segundo Domingo de Pascua, también se aparece Jesús, para poder  fortalecer nuestra fe, porque tenemos miedo, como los primeros discípulos, está creciendo esta pandemia, está aumentando el número de muertos y todos tenemos miedo de contagiarnos o de llevar este virus a nuestra familia, tenemos miedo de que se mueran nuestros niños, nuestros ancianos, hay temor pero no solamente de eso, también hay temor a la pobreza, porque esta realidad y esta situación también lleva y trae consecuencias tremendas. Mis hermanos, el hecho de estar en las casas protegiéndonos, de este enemigo, nos lleva también a no tener trabajo, a no tener recursos; entonces esto, es una especie de guerra contra un enemigo invisible, que está allí en la calle y no se sabe donde y esta es una situación de guerra que tenemos que enfrentar, pero tenemos la confianza de que se va a ganar esta guerra.

 

Hoy, esta guerra, la están enfrentando nuestros profesionales de la salud atendiendo a los enfermos, nuestros hermanos de la Policía Nacional y del Ejército cuidando nuestras calles, seamos responsables, porque no podemos aliarnos contra el enemigo, tenemos que fortalecernos para vencerlo, y eso requiere disciplina, cuidado, responsabilidad, primero quedarnos en la casa para poder protegernos, esto es una guerra, pero la guerra también trae consecuencias y para eso, Jesús resucitado nos trae la fortaleza y los valores cristianos, la unidad, que linda la primera lectura que nos ha recordado como vivían y fortalecían su fe los primeros cristianos, en las familias hoy necesitamos vivir esta unidad, como estas  primeras comunidades que compartían y practicaban la solidaridad.

 

En esta guerra, van a haber muchos caídos y muchos van a quedarse sin nada, pero ahí está la mano del hermano, en estas campañas de solidaridad, el gobierno está haciendo un esfuerzo, para poder enfrentar las consecuencias de esta guerra, cada día escuchamos que se disponen miles de millones; pero no es suficiente, para eso está entonces la solidaridad y lo más importante hermanos es tener confianza.

 

Jesús cuando se le apareció a Santa Faustina después de dibujar su figura tan maravillosa, le dijo: coloca esta frase “Jesús, en Ti Confío”, y esta frase es el arma más poderosa que nos permite a todos vivir nuestra fe, con problemas o dificultades, el Señor no permitirá que nosotros caigamos víctimas de este enemigo, la unidad, el amor, la confianza, la esperanza, la solidaridad, esas son nuestras armas, que nuestros hogares sean trincheras del amor, de la solidaridad, de la responsabilidad, que sepamos darle la mano cuando veamos a los vecinos a los de nuestro barrio, que no estan viviendo en nuestra misma situación.

 

Pidamos al Señor de la Misericordia que tenga misericordia de nosotros, de nuestra patria, del mundo; esta guerra tiene que llevarnos a ser vencedores y no vencidos y eso depende mucho de fortalecer nuestra fe, no olvidarnos de su amor infinito a nuestras devociones, al Taytacha de los Temblores, a nuestro Señor de Huanca, a nuestro Señor de Qoyllority, a nuestra Virgen Santísima en todas sus advocaciones, aferrémonos a nuestra fe, y estoy seguro que el Señor extenderá su mano y nos dará la paz, la alegría y la confianza, que el Señor de la Divina Misericordia nos colme de mucha fe y misericordia.

 

No tenemos que mirar atrás, ni dejarse tampoco desanimar por las palabras de los nuevos “Tomás” que hoy en día, de alguna manera, nos pueden hacer tambalear la fe, no estamos en tiempos de creer en los incrédulos, que te ponen y cuestionan todo, da pena a veces escuchar comentarios por las redes sociales ¿que hacen en la Iglesia rezando, rezando y rezando? y esa es la forma en la que nos quieren quitar la fuerza de nuestra fe que es la oración y la unidad de la fe, la fortaleza de nuestra fe, la solidaridad viene como fruto de la fe.

 

Entonces hermanos, no nos dejemos desanimar, habran muchos que te van cuestionar, que te dirán que todo se va acabar, con una visión fatalista; Jesús aparece para darte la paz, la alegría y la confianza, sigamos adelante con la ayuda del Señor y más aun con este Señor tan hermoso de la Divina Misericordia; si tienes una estampa en tu casa, si tienes un cuadro de la Divina Misericordia, que reine en tu hogar en este Tiempo de Pascua, para que nunca te olvides que Jesús se aparece y quiere quedarse contigo en tu casa, expongamos nuestro corazón para este tiempo hermoso donde nuestra fe nos alienta a seguir adelante y a confiar en Dios, si estamos en sus manos nada nos va a pasar.

+ Richard Daniel Alarcón Urrutia

Arzobispo Metropolitano del Cusco.

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