MISA DE ACCIÓN DE GRACIA POR EL 425º ANIVERSARIO DEL SEMINARIO ARRQUIDIÓCESANO SAN ANTONIO ABAD DEL CUSCO, CLAUSURA DEL CURSO DE FORMACIÓN PERMANENTE DE SACERDOTES Y CELEBRACIÓN EN HONOR A SAN JUAN MARIA VIANNEY
El 04 de agosto, en una emotiva ceremonia llevada a cabo en el Seminario Arquidiocesano San Antonio Abad del Cusco, Mons. Lizardo Estrada Herrera OSA, Obispo Auxiliar del Cusco, presidió una Misa de Acción de Gracias que englobó tres importantes intenciones: celebrar el Aniversario por los 425 años de fundación del Seminario Arquidiocesano San Antonio Abad, clausurar el Curso de Formación Permanente de Sacerdotes y honrar la memoria de San Juan María Vianney, patrón de los Párrocos y Sacerdotes.
La Santa Misa conmemoró la historia de esta emblemática institución cusqueña, que ha sido un verdadero alma mater para innumerables sacerdotes que han forjado su fe, intelecto y espiritualidad en sus aulas. El Obispo destacó la importancia de esta fecha histórica, en la que se recordó con gratitud el legado de tantos sacerdotes y seminaristas que han pasado por esta casa de comunión, formación y misión a lo largo de los años.
Asimismo, la ceremonia marcó el cierre de un enriquecedor Curso de Formación Permanente de Sacerdotes, en el que se reafirmó la relevancia de la formación continua y el aprendizaje constante en el ministerio pastoral. Mons. Lizardo hizo un llamado a todos los presentes a seguir cultivando el conocimiento y la sabiduría para poder servir de manera efectiva a la comunidad de fieles que se les ha encomendado guiar.
La Misa también rindió homenaje a San Juan María Vianney, cuyo ejemplo de entrega, vocación y compromiso misionero inspiró a los presentes a ser auténticos pastores, maestros y guías espirituales para sus feligreses. El Obispo exhortó a los asistentes a seguir los pasos de este santo patrono, llevando el mensaje de esperanza y amor a cada rincón de la sociedad.
La celebración concluyó con una emotiva oración de agradecimiento por las tres intenciones de la Misa y con un sentido llamado a proyectarse hacia el futuro, recordando que la formación, la historia y la vocación son pilares fundamentales para el crecimiento espiritual y el servicio a la Iglesia.