El pasado sábado 21 de mayo en la Catedral de Cusco, se realizó la Santa Misa de Acción de Gracias por la Beatificación de Sor Agustina Rivas, “Sor Aguchita” celebrada por Mons. Richard Daniel Alarcón Urrutia, Arzobispo Metropolitano del Cusco y concelebrada por Mons. Lizardo Estrada OSA, Obispo Auxiliar del Cusco. Participaron de esta Eucaristía las hermanas de la congregación Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, congregación a la que pertenecía Sor Aguchita, a quienes nuestro pastor, les entregó una reliquia de Sor Agustina.

En la homilía Mons. Richard Daniel,  recordó que en esta eucaristía, nos reunimos como Iglesia Cusqueña para elevar nuestra acción de gracias a Dios y unirnos a toda la Iglesia peruana y a la Iglesia universal, por la beatificación de María Agustina Rivas López; acto realizado en La Florida, Chanchamayo, el día 7 de mayo del presente año y qué fue presidido por el legado especial del Papa Francisco, su Eminencia el Cardenal Baltasar  Enrique  Porras Cardoso, Arzobispo Metropolitano de Mérida y administrador Apostólico de Caracas, Venezuela, con la presencia y representación de diferentes obispos, sacerdotes y laicado de la Iglesia peruana participamos de la proclamación de nuestra hermana Agustina, más conocida como Aguchita, para ser incorporada en la lista de  los Beatos de nuestra amada Iglesia católica.

La Iglesia lleva a los altares a hermanos y hermanas que han seguido comprometidamente a Jesucristo, para constituirlos en los modelos de vida Cristiana y de Santidad. Hoy ponemos nuestra mirada en la imagen de una religiosa, miembro de la congregación de “Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor” qué fue vilmente asesinada por sendero luminoso, allá en los lugares más apartados de nuestra patria, en un lugar de misión, donde ella prestaba sus servicios a favor de las niñas y de las familias más pobres y excluidas de nuestra sociedad.

Sor Aguchita Rivas, religiosa peruana, fue martirizada por el terrorismo en el Perú. Dedicaba particularmente sus esfuerzos a la educación de los jóvenes de los pueblos ashánincas ubicados en la selva central y la atención a los más necesitados del centro poblado de La Florida, una zona fuertemente afectada por el terrorismo, ubicada en la provincia de Chanchamayo, en la región de Junín.